El Alquimista cuenta la historia
de una Leyenda Personal, de cómo las personas deben guiarse por aquello que
siempre soñaron realizar hasta el punto de conseguirlo. Y Santiago tenía un sueño: viajar.
Decidido a cumplir su sueño,
comienza su aventura. En el transcurso de sus andanzas, conoce a diferentes
personajes: el Rey de Salem que le entrega dos piedras, Urim y Tumim, que le
guiarán en su camino; la Gitana que le descubre un tesoro escondido, el dueño
de la tienda de cristales al cual Santiago le ayuda a reflexionar acerca de si
vale la pena no luchar por la leyenda personal puesto que ese sueño te mantiene
vivo; el ladrón que le roba el dinero que había ganado trabajando, el viajero
inglés que quiere ser alquimista pero no conoce la verdadera esencia de la
Alquimia, el Lenguaje Universal de la Vida: un lenguaje que todos conocemos
pero lo hemos dejado en el olvido, un lenguaje que son más que palabras, el
lenguaje que muestra aquello que el corazón no ve; sino solo aquello escrito en
los libros, su verdadero amor: Fátima por la cual luchará para encontrar su
Leyenda Personal y volver junto a ella; las personas que se encuentra en su
travesía por el desierto o el auténtico Alquimista que le enseña la escuela de
la vida y le guía hacia su tesoro; y los ladrones que le golpean y le dieron la
última señal para encontrar su tesoro. Interacciones, experiencias, personas que se convierten en señales hacia su destino:
el Secreto de la Felicidad en las Pirámides de Egipto.
En el camino, Santiago encuentra
nuevas oportunidades, maravillosas oportunidades, para conseguir hacer lo que
siempre ha deseado. Emocionado, sin embargo, hay algo que genera dudas: al
juntar dinero suficiente quería regresar con sus, sin embargo recordó unas
sabias palabras: “Acuérdate de saber siempre lo que quieres…nunca desistas de
tus sueños, sigue las señales…” Y continuó en su búsqueda, personal y material.
Conoció a un Inglés Alquimista
que iba en busca de su leyenda personal y aunque había leído muchos libros de
alquimia no lograba entender muchas cosas y partieron en una caravana a través
del desierto. Así, mientras ocurrían los hechos Santiago entendía el misterio
de la Leyenda Personal: “cuando más uno se aproxima al sueño, más se va
convirtiendo la leyenda personal en la verdadera razón de vivir.” Pero en el
Oasis los clanes entraron en guerra y Santiago se sentía preocupado porque el
conflicto le podría alejar de su destino. Aun así, sabía que si no era la
“suerte del principiante” sería la persistencia y el coraje quienes le
ayudarían.
Pero en el desierto no todo
fueron contratiempos sino que allí tuvo una de sus mayores alegrías: Fátima que
le guio en su búsqueda y le explicó que “los guerreros buscan sus tesoros y las
mujeres del desierto están orgullosas de sus guerreros y yo soy parte de tu
sueño, de tu leyenda personal….y por ello, volverás algún día”.
Finalmente llega a las pirámides
de Egipto y empieza a cavar hasta que unos refugiados comienzan a maltratarse y
reírse de su sueño. Uno de ellos le dice: “para que buscar un tesoro allí, yo
tuve un sueño en ese mismo lugar, de que debía ir hasta los campos de España a
buscar una Iglesia en ruinas donde los pastores acostumbraban a dormir con sus
ovejas y que tenía un sicomoro dentro de la sacristía, y que si él cavara en
las raíces del sicomoro encontraría un tesoro escondido...”.
Entonces Santiago comprendió que
había encontrado el tesoro en su lugar de origen.
Vivir el presente y perseguir un
sueño.